El régimen franquista, impuesto como consecuencia de la guerra civil, se caracterizó por la concentración de poder en el dictador; el catolicismo y el tradicionalismo se convirtieron en señas de identidad. Apoyado por la oligarquía tradicional y los pequeños propietarios rurales, consiguió la despolitización de la sociedad por el miedo y la represión. Los limitados cambios del régimen fueron fruto del contexto internacional. Así, se manifestó como una dictadura totalitaria hasta 1945, cuando los Estados fascistas perdieron la guerra; desde entonces y hasta finales de los años 50 fue una dictadura católica y a partir de entonces, con la creciente apertura hacia el exterior, una dictadura tecnocrática.
La apertura económica llevó al “desarrollismo” de los 60. Pese a la modernización económica y social, las bases políticas del régimen se mantuvieron invariables. La dictadura entró en crisis en los últimos años del general, ante la falta de salida de un régimen que no podía sobrevivir sin Franco.